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lunes, 15 de abril de 2013

El placer de la supervivencia (por el padre)

Es sorprendente cómo mi marido forma parte muy activa en la lactancia de nuestro bebé y se ha convertido en un auténtico Taliban de la teta. Yo no llego a esa posición extrema, quizá porque tengo tetas, y él no, porque sé lo duro que puede llegar a ser, porque yo mismo fui una madre de biberón (aunque fueran sólo 3 días) y por que casi no conseguimos una lactancia feliz. Si quieres saber más, aquí.

Hoy os dejo un post que ha escrito el padre de nuestro bebé en defensa de la teta, como derecho del recién nacido. Cómo entender porqué es tan importante para el bebé poder mamar más allá de la bondades de la leche materna.


El placer de la supervivencia


Cuando todo el mundo habla de las bondades de la lactancia, fácilmente se llega a sus bondades “químicas”, sus bondades inmunológicas, sus efectos en la relación materno-filial… yo siempre me pregunto: ¿cómo percibe eso una criatura tan pequeña? Una criatura que no habla, que apenas parece razonar, que es puro instinto?

El bebé y su padre

Cuando trato de analizar los comportamientos y  sentimientos de un bebé, inevitablemente tengo que remitirme a lo más esencial y primitivo del ser humano.  Precisamente porque su balance entre lo aprendido/adquirido y lo instintivo/genético está (imagino) aplastantemente inclinado hacia lo segundo.

Entonces, me gustaría analizar los más grandes y básicos placeres de la vida. Nosotros los adultos, donde el balance entre instinto y aprendizaje está más equilibrado, donde además por nuestro lenguaje sabemos darle nombre a las cosas… definimos los placeres de la vida como cosas que nos gustan, nos apasionan. Me llama mucho la atención dos de ellos, que son muy instintivos por una parte y luego más refinados con el tiempo: el placer de comer y el placer sexual.
¿Me pregunto si no tienen acaso el mismo origen y el mismo fin, cual es la perpetuación del individuo en primer lugar y de la especie en segundo?

Los adultos decimos “nos gusta comer” o “nos encanta el sexo”… creyendo que es fruto del menú de un restaurante o de ver películas picantes. Nada más lejos de la realidad. Estamos programados genéticamente para que nos guste comer y nos guste también el sexo.  Pero esa necesidad absolutamente primaria para la supervivencia del individuo y de la especie, se manifiesta en nuestro cerebro en forma de inmenso placer, que nos atrae y que nos incita a buscarlos insistentemente.

No es absurdo pensar que una necesidad aún más básica y primordial para la supervivencia inmediata del ser humano, que es ser amamantado desde los primeros minutos de vida, se manifieste en el cerebro de nuestro bebé precisamente también como una sensación de inmenso placer. De total paz. ¿Seríamos capaz de ponerle nombre? Orgasmo sería insuficiente…
Esta necesidad, es capaz de hacerse arrastrar a un bebé de minutos de vida, hasta conseguir mamar. Un mandato genético de semejante envergadura, ¿no cabe pensar que en el cerebro del bebé tenga una plasmación placentera de dimensión acorde? Yo mismo he visto los ojos vueltos de mi bebé mientras mamaba… una sensación…. una expresión corporal de auténtico climax!

Pensemos ahora en la privación de semejante placer. En la total frustración de un bebé, que está estableciendo sus primeras conexiones neuronales… que sufrió al ver que donde le prometieron un plato de exquisito valor, que además tiene a la vista y alcance… le engañan con unos burdos polvos de comida  de “astronauta”. Y donde le prometieron el calor y el pezón de su madre le acallaron con una tetina de plástico.

¿Imaginamos que rechazo puede sentir nuestro pobre hijo? ¿Qué impacto puede tener eso ya en su temprana formación de personalidad, de su carácter, del entendimiento del amor, del placer?
Lamentablemente él no lo puede expresar de una manera tan clara, no puede hablar, ni puede escribir este blog... ni puede ponerle nombres como placer o climax. Ni puede decir “pero qué es esto… si lo sé no vengo!”. Pero que no lo pueda decir, no significa que no lo piense, ni lo sienta ni lo padezca. Del placer máximo a la frustración total; gracias a  un trozo de plástico de donde salen unos polvitos mezclados con agua... que gran decepción.

Algunos dirán… “ellos no saben, no se enteran y se olvidan de todo”. Creo que son ignorantes. No hay duda de que ahí está. Lamentablemente, un mandato genético de tan obligadísimo cumplimiento, tan arraigado en nuestro cuerpo, no creo pueda expresarse en otra forma que un inconmensurable placer… y su frustración no puede caer en el olvido, ni pasar desapercibida por mucha edad temprana a la que se produzca. Una insatisfacción semejante, de un placer acarreado genéticamente durante millones de años, no puede pasar sin dejar huella en una mente que está recién empezándose a moldear. Un placer, no solo de satisfacción culinaria, también de atención de la madre, cariño, calor, paz… no puede ser inocuo. Ni puede ayudar a “amueblar” una cabeza, que solo comienza a esbozar sus primeras y más primitivas conexiones.

8 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo, la palabra orgasmo se queda corta.
    Yo creo que mi única inteligencia es la empatía, y doy gracias a todos los dioses que me la han regalado porque es la mejor de todas.
    Sé que es superior a cualquier sensación física y trasciende cualquier otra psiquica, es INEFABLE.
    Cuando Avencia era bebé se me hacía un nudo en la garganta cada mañana cuando le daba la teta llena, después de 6 horas de descanso, me subía una emoción incontenible, inexpresable, solo porque yo podía sentir su dicha al mamar. Mi emoción se nutría de la suya, nunca fue mía del todo.
    Gracias Adolfo, porque al escribir esto me has puesto en el camino de identificar las emociones.
    Y gracias por ser Talibán, nos hacen falta muchos como tú.

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    1. Que felicidad es dar el pecho! Y recibirlo parece que más aún!! Aunque la defensa de la teta está genial es ser talibán no deja de ser un extremo y es bueno entender todos los puntos de vista... Pero se lo perdonamos que es por una buena causa ; )

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  2. He descubierto Vuestro blog gracias a los MM, me ha encantado lo que has escrito. Permiso para difundirlo! Un abrazo enorme de una madre que amamanta a su hijo...q nota q va iniciando el destete ahora... a los cuatro... años

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    1. Difunde sin miedo! 4 años de lactancia, enhorabuena!!!! El destete empieza con las primeras comidas, ahora estaréis terminando un largo proceso de destete! Suerte!!

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  3. Bueno, bueno, bueno... Avencia, tu marido es un portento!!!! No conozco a ningún hombre (salvo Carlos González) tan informado y sensibilizado con la lactancia materna. Desde luego, estoy con "delantal", hacen falta muchos hombres como él, porque el apoyo de los papás es una herramienta nada desdeñable en el proceso de instauración de la LM cuando la mamá es inexperta y todas las dudas, el baile hormonal y el cansancio se juntan para "hacer de las suyas".

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    1. Él aprendió de Carlos Gonzalez, fue leerse el libro y transformarse! Además ver a su hijo disfrutar de la lactancia le ha ayudado también! Toda ayuda es poca para establecer una lactancia feliz. Maridos, madres y suegras deberían de convertirse al lactivismo antes de opinar! ; )

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    2. La verdad es que leerse el (los) libros de Carlos Gonzales ayuda muchísimo, como precisamente pretende, a hacer más felices a los niños. Es una cosa tan clara y notoria como blanca es la nieve. Ahora bien, corren riesgo los padres de reducir su felicidad mientras aumenta la frustración o rabia de ver como la sociedad, los mitos mal curados y otros padres, deberían sencillamente no tener hijos en un primer lugar y en otro abtenserse de dar ningún consejo o comentario. Porque no tienen ni idea y no son más que adictos a su propio egoísmo.

      Pero lo que más rabia da son los "profesionales" (las comillas se quedan cortas) de la "salud" (que invento esto de las comillas) que dan "consejos" y dicen estupideces son absolutamente ninguna base científica, solo movidos quiero pensar por su más absoluta estupidez o (esto no quiero pensarlo) por el interés sucio y vergonzosos de los laboratorios. Pues la verdad, parándome a pensarlo bien... no se me ocurre ningún beneficiario/beneficiado del acoso que sufre la lactancia materna que estos laboratorios y por ende algun médico que recibe algún regalo y los farmacéuticos que los venden. Ni hijos, ni padres ni sociedad en general se beneficia de ello.

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