Mostrando entradas con la etiqueta epidural. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta epidural. Mostrar todas las entradas

sábado, 25 de mayo de 2013

Semana Mundial de Parto Respetado

No quiero dejar pasar la semana sin hablar del parto respetado. Me uno a la iniciativa de Mamirami para dedicar unas palabras a lo que debería ser el parto respetado. 




El parto es un proceso natural y normal en el ciclo reproductivo de la mujer y no debería ser considerado una enfermedad ni el parto una urgencia médica. En caso de embarazos de bajo riesgo se deberían de seguir las recomendaciones que hace la OMS y la presencia de un médico no debería ser necesaria. En los casos de embarazos de riesgo, o cuando las intervenciones en el parto son necesarias también se deberían de seguir las recomendaciones de la OMS. Desgraciadamente los médicos han sido entrenados para intervenir y debería de re-educarse para atender partos y si no pueden estarse quietos y ser observadores pasivos será mejor que no estén presentes entorpeciendo un proceso natural.

Un consentimiento informado para realizar una intervención en el parto se debe conseguir tras informar a la paciente del riesgo y beneficio de la intervención a la luz de las evidencias científicas. Si el consentimiento se obtiene atemorizando o amenazando a la mujer con opiniones personales del personal sanitario NO es consentimiento.

Las mujeres deben intentar buscar la información más actual con respecto al parto más allá de la ofrecida por el personal sanitario y estar seguras de que los que atiendan su parto están de acuerdo con las decisiones que ha tomado. Si el personal sanitario no va a respetar estas decisiones es mejor cambiar de médico o matrona antes del parto y buscar a quién nos pueda dar garantías de parir con seguridad pero respetando nuestras decisiones.



El paro respetado no es sinónimo de parto en casa, vaginal, sin anestesia  en el agua... Es una forma de parir según tus reglas, sin que te impongan intervenciones innecesarias y en algunos casos contraproducentes para el bienestar de la madre o del recién nacido.

Si quieres más información sobre el tema:

El parto es nuestro

Nuestro parto

Preparación al parto

Atención al parto OMS


lunes, 18 de marzo de 2013

Parir sin miedo… Nuestra Historia


Desde que me quedé embaraza siempre pensé que yo quería parir a mi hijo. Iba a ser YO la que lo trajera al mundo, podía haber una matrona o un médico observando el proceso, pero no iban a parir a mi hijo por mí. Busqué mucha ayuda, en muchos sitios (puedes leer más aquí) y conseguí traer al mundo a mi hijo cómo yo quería. Ésta es la historia de mi parto.

El día antes de mi fecha probable de parto, después de haber visto la segunda luna llena del mes, o la luna azul (para los más románticos), nos metimos en la cama pensando que nada iba a pasar. Todos decían que habría ‘avisos’ de que el día esperado estaba cerca, pero yo no notaba nada nuevo… Los mismos calambres en las ingles desde hace 2 semanas y poco más.

Amanecer en Miami el día del parto

A las 2 de la mañana me desperté para ir al baño (una de las tantas veces que una embaraza de 9 meses tiene que hacerlo) y note una contracción! Llevaba 4 meses con contracciones preparatorias sin dolor, pero esto fue distinto. Qué emoción! Será, no será? Otra… Si, si, si, esto tiene que ser. Después de pasar 2 horas emocionada contando contracciones y minutos (y yéndome de vareta, para qué negarlo!) decidimos que todavía faltaba mucho. Tenía contracciones cada 10 u 8 minutos así que volví a dormirme hasta las 6 de la mañana. Ya estaba claro que esto iba en serio, y aunque podía dormir entre contracción y contracción, me despertaba con cada una de ellas. No eran especialmente dolorosas, pero tenía que respirar y concentrarme para que pasaran tranquilas. A las 7 ya con el sol fuera salí de la cama y no sin esfuerzo, comí algo y otra vez a la cama, tumbada sobre un costado era como mejor me encontraba…

Después de varias horas contando contracciones, esta vez cada 5 minutos, el dolor empezaba en la barriga y se irradiaba a la espalda, justo a la altura de las caderas. En cada contracción necesitaba que alguien (en este caso mi marido o mi madre) me presionaran en la parte baja de la espalda. Aunque en todo momento la situación era bastante llevadera, entre contracción y contracción estaba como si tal cosa, hablé por teléfono con mi Doula que me tranquilizaba. Intenté meterme en la bañera, pero no estaba tan cómoda como tumbada sobre el costado! La peor parte de la contracción eran unos segunditos, la subida y la bajada no eran tan molestas.

Desayunando después de 5 horas de contracciones

Después de 8 horas con contracciones todo lo más cada 5 minutos de repente la cosa  bajó de intensidad, ya eran cada 7 u 8 minutos, así que me levanté (incluso pensando que la cosa podría llegar a pararse del todo) y me moví un poco, volví a intentar lo de dilatar en la bañera, y la siguiente contracción fue otra historia. Ya no servía lo de respirar plácidamente a esperar que pasara lo peor, tenía que mugir cual vaca, había que hacer ruido, no me preguntes por qué, pero sin el ruido la cosa se ponía demasiado intensa. Rápidamente salí de la bañera (a mi el agua no me va!) y me di cuenta de que había fisurado la bolsa. Otra contracción y la misma intensidad ‘Al hospital todo el mundo, pero ya!!!’. Mientras me ponía un vestido y unas chanclas, otra!! ‘Me da igual la bolsa del hospital, nos vamos, no vamos!!’

El viajecito en coche hacia el hospital fue sin duda el peor momento del parto. Sentía perfectamente por donde iba la cabeza de mi bebé, iba diciéndole a mi marido ‘Tengo la cabeza en el culo! Date prisa!!’ y en cuanto se me pasaba la contracción y veía lo rápido que iba lo tranquilizaba ‘Da tiempo, da tiempo!’. Que horror! Y mi madre y yo detrás agarrándonos al cinturón de seguridad!! Llegué a pensar que no llegábamos, primeriza de mí! Como si no hubiera que empujar a los niños para que salgan…

Por fin llegamos al Hospital y tengo que decir que a pesar de haberme planteado seriamente parir en casa cuando llegué al Hospital me sentí segura, y me alegró que haber esperado en casa, estuvimos en el hospital sólo 4 horas antes de que naciera nuestro hijo. Allí me encontré con mi Doula y entré en el ala de Maternidad del brazo de mi madre. Parándome a mugir por los pasillo en cada contracción las enfermeras decían con el cachondeo ‘es el primero, no?’ ‘pasa a triaje a ver cómo vas’. Cuando vieron que tenía la fuente rota y estaba de 5 centímetros se les cambió la cara y ni me pusieron los monitores a la habitación corriendo. La enfermera por el camino me preguntaba si quería la epidural y yo le dije que no. No contestó nada y respetó mi decisión, no hubo amenazas de ‘para luego es tarde’ ‘después la vas a pedir’ ‘no hay que hacerse la valiente’. Aunque me dijo (medio disculpándose) que tendría que venir el anestesista a hacerme unas preguntas de todas formas.

A partir de aquí yo ya sólo hablaba si era estrictamente necesario, no porque no tuviera nada que decir, sino porque necesitaba todas mis energías y mi concentración para parir, el momento se acercaba y es un trabajo duro… De hecho no estaba muy pendiente de lo que pasaba a mi alrededor, la mayor parte de las conversaciones de enfermera, médico, marido, etc me las contaron después, yo y mi bebé estábamos a lo nuestro.El médico que estaba de guardia fue un capullo (con perdón). Quería moverme por la habitación, eso acordé con mi médico, y no me dejó. Y como cariñosa despedida me dejó una amenaza ‘En dos horas vuelvo, y si no has progresado te pongo oxcitosina’. Tuve energías para contestarle y ponerle cada de pocos amigos! Menos mal que mi Doula habló con mi médico hecha una furia, y mi médico llamó al hospital para que me quitaran gotero y monitor, me dejaron levantarme para ir al baño. Cuando lo vi  aparecer por la puerta 1 hora más tarde me terminé de quedar tranquila.

Mi médico me pidió permiso para explorarme. Ya estaba de 9cm (y ni siquiera habían pasado las 2 horas de la amenaza)!! Aunque me lo tuvo que repetir mi Doula que se dió cuenta que yo ni flores de lo que estaba diciendo el médico. Dijo que si me terminaba de romper la bolsa iría más rápido y como me fio de él le di permiso para que la rompiera. Las contracciones seguían, y no era dolor, era otra sensación mucho más poderosa, pero llevadera. En ningún momento se me ocurrió pedir la epidural, no pensaba en ello. Pensaba en mi bebe saliendo y en mi cérvix abriéndose y poco más. En seguida mi cuerpo empezó a empujar solo con las contracciones, yo no quería! Mi Doula me dijo que podía inflamarme el cérvix, que intentara respirar en lugar de empujar, pero que si mi cuerpo empujaba que adelante! Y lo de respirar funcionó a medias… Mi médico volvió y me dijo que podía empujar (cualquier posición que quisiera).

Sin tener mucha idea de lo que estaba haciendo empecé a empujar y me alegré mucho de no tener epidural, primero, porque las contracciones dejaron de doler, completamente! Segundo, porque con el último reconocimiento pude sentir (con la mano del médico) lo dilatado que estaba mi cérvix y es una forma estupenda de motivarte y ver que todo esta listo! Y tercero porque notaba perfectamente como avanzaba la cabeza de mi hijo y como ayudarla a seguir adelante, y porque pude sentir como el médico me indicaba con su mano 'no empujes contra esto, sino contra esto otro' (y aunque fue incómodo, me ayudó mucho). Empujar fue complicado, no tenía ni idea de cómo hacerlo, me daba la sensación de que no lo estaba haciendo bien y no encontraba una postura para empujar a gusto. Es una lástima que no se pueda entrenar lo de los pujos… Es algo que requiere entrenamiento y preparación! Tras varios empujones me entró un calor horrible y empecé a quitarme el camisón del hospital (pero son unos malditos, con lazos y botones raros por todas partes…), mi marido me prenguntó ‘Te lo quito’ y yo asentí.

Por fin en mis brazos

Después de 1 hora mi médico preguntó si habíamos intentado la postura tradicional del parto hospitalario, yo sobre mi espalda… Y no, yo la había evitada porque estaba decidida a no parir así. Habíamos intentado todo lo demás y yo ya me estaba desesperando de no ver ningún avance, así que nada, a tumbarse. Pero ni enfermeras contando ni indicaciones petardas! Y la verdad es que así pude empujar de manera efectiva. Y ya estaba harta de empujar y cansada, con ganas de llegar al final, así que empuje con todas mis fuerzas, sin importarme el no ser capaz de relajar la boca y la mandíbula. Sabiendo que estaba empujando para desgarrarme mal, pero ya ni me importaba! Y seguí empujando y todo el mundo se puso muy contento de ver la cabecita, y me dijeron si quería el espejo, pero pensé ‘y ver lo poco que avanza la cabeza con todo el esfuerzo que estoy haciendo?? No gracias!!!’. Despues de 3 ó 4 contracciones me dijeron que si quería tocar la cabeza y lo hice, pero aquello más que una cabeza parecía un gajo de naranja, blandito y en media luna… Yo quería ver una cabezota ya fuera!!!! Y a seguir empujando… No tenía dolores ni molestia, pero estaba cansada y acalorada de empujar. Y llego el momento sobre el que tanto había leído y que olvidé por completo ‘el anillo de fuego’ de la coronación, vaya si llegó… Entre contracción y contracción le pedí a Dios que mandara otra contracción rapidito para poder empujar, que escozor!!! Después de 3 contracciones pensando ‘ésta es ya la última, por mi perineo que es la última!’ terminó de salir la cabeza y con ella el resto de mi bebé (2 horas para empujar un bebé de 3kg255g).

En cuanto salió lo agarre con mis manos y lo abracé, como ya he contando estaba en bolas en el paritorio, así que fue piel con piel literal desde el principio. Estaba más calentito mi hijo. Olía tan bien! Tan suavito con su vermis blanco! Y por fin lo tenía entre mis brazos! Que felicidad!

Me ha quedado un post un poco largo, pero como resumir 15 horas de parto… Si quieres leer más historias de partos sin miedo te recomiendo el libro 'Nacimientos' ¿Cuál es tu historia?