Aqui están los dos relatos de Luz con Delantal:
Abuelo Iguana y nieta Iguana
La primera historia trata de una mujer que paseaba un mes de abril cuando se topó con una iguanita
a mitad de camino, que comía frutos redondos y rojos. La mujer frenó su
paso, un poco desconcertada con el encuentro, porque no conocía a estos bichos,
porque igual guardaba un temor ancestral y bíblico hacia esas criaturas desde
la noche de los tiempos. Pero era más curiosa que cobarde y dio un paso hacia
la iguana, que impasible siguió comiendo y caminando hacia los frutos, muy
cerca del pie de la mujer de la historia. Impresionada por la actitud del
reptil, se quedó quieta, mirándola, asombrada de que el bicho se le acercara
cada vez más, y que su pequeña cabeza triangular girara, para verla mejor produciendo el efecto de una sonrisa. La Naturaleza, incluso en pleno centro de
una ciudad como Miami, es tan poderosa que puede hacer feliz a cualquiera con
un simple gesto como ese.
La mujer,
descubrió aquella misma tarde el árbol de las iguanas, y necesitaba enseñárselo
a su hija, compartir esa felicidad instantánea que te da la tierra cuando la
miras con amor. Y lo hizo.
Abuelo y nieta (que ya es a su vez abuela)
La segunda
historia trata de una joven madre, que vive la armonía de dar y darse a una
criatura feliz, que crece con la vida que ella le transmite a través de su
propia savia.
La joven,
casi una niña, buscó una foto que colgar en su muro de miércoles mudo, sin
palabras. Y encontró dos iguanas, preciosas, verdes, calentándose al sol de la
mañana, una junto a otra, la pequeña, al descuido porque su abuelo ha hecho un
círculo y vigila.
La joven
puso un pie a la foto: el abuelo con la nieta, puede que no lo pensara, que le
saliera así, y eso es lo mejor, que no lo pensara.
El abuelo
le enseña el mundo a la nieta, un mundo mayor que el que ve una madre, mayor
que el de una abuela. La incita a descubrir, a investigar por su cuenta, le
dice, le susurra: tú puedes sola.
Las nietas
que tuvimos abuelos lo sabemos, aunque el tiempo y la gente de todo tipo hacen
que se te olvide, de vez en cuando. Pero el mensaje está ahí para cuando, hecho
el silencio exterior, queramos escucharlo.
Tú puedes
sola.
Preciosas historias. Te seguiré con mucho interés. ¡Encantada de conocer este rincón! Me gusta todo lo que voy leyendo.
ResponderEliminarBesos y hasta pronto
Eunate
Gracias por pasarte por aqui!! Me alegro que te guste! Bienvenida
EliminarEstoy tan sensible …
ResponderEliminarEs lo normal!!
EliminarAyer jueves santo … y no pare de acordarme de nuestros abuelos, esta mañana la Macarena …y ahora los relatos… en fin que no he parado de emocionarme…
ResponderEliminarAyer una amiga me envió una foto del valle, y es que no pasa un jueves santo que no añore …
Nos vemos pronto muchos besos
Ayer una amiga mia también me escribió cuando veía al Valle, no sólo nosotras, mucha gente se acuerda del abuelo!
EliminarPor fin mi madre hizo torrijas!!! Y casi q ya lo tenía todo…
ResponderEliminarJejejeje! Yo no soy nada torrijera, me pasa lo mismo que con la leche frita... No parezco de esta familia, jajajaja
EliminarMe acabo de leer los comentarios del #MM asi que he leido dos veces las historias de abuela. Que tú bebé disfrute de esas historias y canciones. Yo crecí en Sevilla con mis abuelos en Costa Rica y ahora mis gnomis también pero ya hay tecnología para disfrutar de ellos. Besos!
ResponderEliminarLa abuelidad en la distancia es difícil, pero no quiero ni pensar que sería de nosotros sin Facetime! Jajajaja, nada que ver con las nuevas tecnologías y los vuelos que son más fáciles que a Costa Rica... Besos!!
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